domingo, 13 de febrero de 2011

El individuo virtual y sus identidades

Los jóvenes y el viejo estaban allí, comunicándose con alguien más, con muchos más, pero su espacio vital, sus individualidades estaban protegidas por un simple botón, capaz de eliminar la presencia del otro, capaz de ponerlo entre paréntesis o de arrastrarlos a un tiempo posterior, un tiempo de calendario que depende del individuo-aislado-que-se-comunica.

Jorge Majfud

 

Es un lugar común en nuestras instituciones las políticas para ahorrar papel reemplazándolo por archivos PDF, etc. Está claro que las tecnologías electrónicas han hecho posible no solo una mayor democratización mundial de la información y de algunos medios digitales de producción, sino que, además, han evitado que esa masiva popularización del acceso a la participación de la vida moderna (que fastidiaba a Ernest Renan en el siglo XIX y a Ortega y Gasset a principios del XX) no se traduzca en una catástrofe ecológica mayor de la que ya tenemos.

Sin embargo, este mundo virtual no es tan “environmentally friendly” (“amable con el ambiente”) como se pretende. Todo tiene un precio. Usando el correo electrónico ahorramos energía y evitamos una contaminación mayor que si enviásemos cartas de papel por correo postal. Pero seguramente en la era del correo tradicional no enviábamos ni recibíamos cientos de cartas por día.

Desde hace algunos años sabemos que hacer una brevísima investigación ‘‘on line’’ usando un buscador como Google emite tanto dióxido de carbono como al hervir una caldera. Consideramos que una búsqueda razonable emite 7 gramos de CO2, lo que más o menos se corresponde con la aclaración de Google que dice que cuando uno aprieta “search” solo se consume/libera 0.2 gramos.

Esta referencia ecológica puede ilustrarnos un problema semejante a nivel psicológico y social cada vez que consideramos la “nueva libertad” y las nuevas posibilidades de comunicación de los individuos por el mero hecho de estar conectados. Ya hemos escrito mucho sobre este punto y no vamos a repetir. Pero ahora me interesa molestar un poco más sobre el problema central de este fenómeno del individuo-conectado.

Hace unos días, mientras esperaba en un ‘mall’ o centro comercial (lo que en español latinoamericano se dice “shopping center”, tan equívoco como la palabra “plaza” usada en Estados Unidos) me detuve a descansar. En un instante dejé de mirar toda la gente que estaba buscando cosas para comprar y observé el resto de la gente que no estaba comprado cosas. Delante de mí pasó un padre seguido de tres niños, con un iPhone en una mano, el pulgar explorando la diminuta pantalla y sus ojos absortos en una lista de mensajes recibidos. Una chica entró a una tienda y revisó varias camisas sin dejar de leer su correo. Dos chicas más, repitiendo la misma práctica, se cruzaron increíblemente sin chocarse. En el nivel de abajo dos jóvenes y un hombre mayor reposaban en cuatro sillones. Cada uno tenía un BlackBerry, un iPad, un iPod y un iPud en una mano, sobre una rodilla, o en la mesita de al lado. (El insistente prefijo “i” puede referir “inteligent” o, ¿por qué no?, “yo” en inglés, algo así como “yo-Teléfono”, “yo-Cosa”; porque cuando el mercado insiste con un símbolo es porque el verdadero significado es el contrario.) Ninguno resistió más de un minuto sin revisar algo. Casi siempre cambiaban de postura y se ponían a escribir, tal vez contestaban un correo o chateaban con alguien que no debía ser ninguno de los otros dos que estaban al lado.

Siempre pensé que el fenómeno de las comunicaciones había puesto de relieve, a un nivel crítico, alguna obsesión histórica o natural de la humanidad por la comunicación. Algo así como el impulso de los insectos en la noche que orbitan alrededor del fuego y van a morir incinerados allí mismo. Al fin y al cabo, la gente habla y escribe, en gran medida, no porque tenga algo importante o crucial que decir, sino por el solo hecho, placer o necesidad de sentirse comunicada; desde un novelista hasta un médico o un mecánico.

Todo lo cual parecería ser algo muy humano: la comunión sería el clímax de este impulso de comunicación.

Estuve media ahora observando, tratando de descifrar el fenómeno que nos engloba. Tratar de dar respuestas a cada fenómeno que cae alrededor también es otra obsesión. Pero yo no quería resolver esa cuestión antes de tener una idea, al menos vaga, una tímida hipótesis, del fenómeno que había atrapado al resto de la gente que no estaba comprando, consumiendo (fenómeno más primitivo y más fácil de explicar).

Para responder a esta pregunta había que preguntarse primero por qué el fenómeno de hablar por teléfono y, sobre todo, de ‘textear’, ha reemplazado de forma tan dramática el simple acto de hablar cara a cara, con lo interesante que debe ser sentir con todos los sentidos a un semejante, a otro ser humano.

¿Cómo explicar, entonces, la contradicción de este impulso histórico de comunicación con la incomunicación resultante?

Entonces creí encontrar la lógica de esta aparente contradicción. En el mundo de la comunicación digital no solo se destila en su estado más puro el acto de la comunicación, que requiere la distancia como obstáculo de placer, sino que el acto es una confirmación del individuo aislado, alienado, por la supresión del otro, por la objetivizacióndel sujeto.

En este mundo, el otro se ha multiplicado de forma exponencial y proporcionalmente se ha diluido la comunión con cualquiera de ellos. El otro es menos sujeto y más objeto, desde el momento en que yo, como individuo, puedo decidir cuándo eliminarlo. Es decir, en todo momento me protege la conciencia o la percepción de que el otro no amenazará mi espacio individual con una visita incómoda de la que no puedo deshacerme. Así, el otro está bajo control.

Los jóvenes y el viejo estaban allí, comunicándose con alguien más, con muchos más, pero su espacio vital, sus individualidades estaban protegidas por un simple botón (que ni siquiera es un botón), capaz de eliminar la presencia del otro, capaz de ponerlo entre paréntesis o de arrastrarlos a un tiempo posterior, un tiempo de calendario que depende del individuo-aislado-que-se-comunica.

Al mismo tiempo, esta paradoja genera otra contradicción aparente que es parte de la misma lógica. Tampoco el individuo-aislado-que-se-comunica es un individuo en el sentido tradicional. Primero, porque su existencia virtual puede adquirir varias identidades simultáneas. El sujeto se ‘autocosifica’ con una máscara. Segundo, porque su “verdadera identidad” (más exactamente su “identidad oficial”) puede ser robada. El robo de identidad es uno de los terrores crecientes de la nueva civilización digital. Una vez que alguien le roba la identidad a Juan Rosas-Z con carné número X, ni el pesado peso del Gobierno más poderoso del mundo puede hacer mucho. Juan Rosas-Z deja de ser Juan Rosas-Z y adquiere los delitos que alguien más, que ahora se llama Juan Rosas-Z ha cometido en alguna parte del mundo. En algunos casos, se ha verificado que esta pesadilla ha llevado a mucha gente a cambiar su nombre oficial, su identidad, para detener la ola de actos cometidos por su fantasma.

El otro, el fantasma que ha perdido su condición humana de sujeto, ahora forma parte de un mundo fantasmagórico en el que vive el individuo que tiene a los otros bajo control, pero ha perdido el control sobre sí mismo.

Queda una esperanza, claro. El individuo-colectivo-humano se ha suicidado muchas veces y muchas veces ha renacido con viejas y nuevas obsesiones. Tal vez sea su forma natural de reinventarse cada quinientos años.

 

Este interesante artículo ilustra, de una forma bastante sencilla, como las nuevas tecnologías pueden afectar las relaciones humanas y reducirnos a islas conectadas esporádicamente por medio de "puentes digitales".

No hay nada que reemplace el placer de conversar y departir con la gente en el mundo 3D.

Yohel

Posted via email from El Blog de lo que "Te Interesa"

sábado, 12 de febrero de 2011

6 razones para dejar tu empleo

por Crece Negocios


 

 

razones para dejar tu empleo

Si la idea de iniciar un negocio propio ronda por tu cabeza, pero aún no te decides por dejar tu empleo, te presentamos a continuación 6 buenas razones que terminarán de convencerte de dejar tu trabajo, y empezar de una vez la creación de tu propia empresa:


1. Nunca llegarás a ganar grandes sumas de dinero

Como empleado nunca llegarás a ganar grandes cantidades de dinero, a no ser que llegues a conseguir un cargo muy importante en alguna gran empresa.


Pero si no cuentas con años de experiencia, infinidad de títulos y no estás dispuesto a hacer un gran sacrificio, como empleado nunca ganarás mucho dinero, y más bien harás ganar mucho dinero a alguien más.


 

2. Nunca tendrás tiempo

Como empleado nunca tendrás tiempo para dedicarlo a tu familia, pasarla con tus amigos, o para hacer las cosas que tanto te gustan hacer.


Vivirás esperando las próximas vacaciones, y el poco tiempo que tendrás durante tus días laborables lo pasarás cansado de tanto trabajar, y sin ganas de hacer nada.


3. Siempre tendrás un jefe

Como empleado siempre estarás bajo las órdenes de alguien que te dirá lo que tienes y lo que no tienes que hacer.


Siempre tendrás que rendirle cuentas a alguien, y tu futuro en la empresa dependerá de la voluntad de ese alguien que en cualquier momento podría decidir que te marches.


4. Nunca tendrás libertad de horario

Como empleado nunca tendrás libertad de horario, sino que siempre estarás sujeto a los horarios establecidos por alguien más.


Tendrás que llegar siempre a la misma hora muy temprano en la mañana, empezar a trabajar a la misma hora, comer a la misma hora, e irte a casa a la misma hora, aún cuando ya hayas acabado tu trabajo hace ya un buen rato.


5. Te perderás eventos o sucesos importantes

Como empleado te perderás los eventos o sucesos importantes que se presenten en tus horas de trabajo.


Por ejemplo, te perderás un partido importante en donde juegue tu equipo favorito, o un evento social al cual te gustaría ir, a menos que te inventes una buena excusa y le pidas permiso a tu jefe para ausentarte de tu trabajo.


6. Nunca tendrás la satisfacción de ser un emprendedor

Como empleado nunca tendrás la satisfacción de ser un emprendedor, de haber hecho algo por tu propia cuenta, de haber empezado algo desde cero.


Asimismo, nunca podrás utilizar todo tu potencial, tus habilidades, tus conocimientos y tu creatividad, pues siempre estarás sujeto a la monotonía propia de un empleo, y a las normas establecida por alguien más.

 

Posted via email from El Blog de lo que "Te Interesa"

martes, 8 de febrero de 2011

Crisis existencial. Aplicación de la psicología cognitiva a la resolución de una problemática

Trabajo presentado a la cátedra Seminario de Integración II
Profesores: Dr. Jorge Garzarelli y Lic. Sandra Carracedo

Pablo Raúl Manjón
Alumno de la carrera de Psicología (USAL)

 

 


Introducción 

En este trabajo se podrá observar la implementación de la Psicoterapia Cognitiva en las crisis existenciales. Siendo las crisis existenciales un suceso real, objetivo y que afecta a la gran mayoría de los seres humanos.

Se dará una breve explicación de las características de las crisis existenciales, como así también cuales son las características del método a utilizar en esta problemática determinada.

 

LA CRISIS EXISTENCIAL

Una crisis existencial es tal vez el acontecimiento más bello e importante que puede experimentar una persona, nada menos que porque, si es adecuadamente resuelta, le permite otorgar un sentido a su existencia a través de la formulación y la ejecución de un proyecto vital. En esta monografía se describen algunas de sus características, ilustradas por un ejemplo real.

En general, una crisis es una situación en la cual no se puede enfrentar un nuevo acontecimiento con los recursos antiguos y conocidos. En este sentido, una crisis puede ocurrirle a una persona, a un país, a una ciencia, a un plan económico, a una empresa, etc. Así, por ejemplo, un adolescente entra en crisis cuando no puede enfrentar sus cambios corporales, su "nuevo" cuerpo, con su cosmovisión previa.

Lo que aquí designamos como crisis existencial tiene ciertas características. Por un lado, tiene aspectos de una crisis de desarrollo en cuanto tiene mucho que ver con el crecimiento y la maduración; pero por el otro, tiene aspectos de una crisis circunstancial porque puede ocurrir a cualquier edad y en cualquier momento, más allá de las fases evolutivas clásicamente prescriptas para el desarrollo humano (como el pasaje de la niñez a la adolescencia, o de la adultez a la senectud).

Una crisis existencial no necesariamente tiene relación con elegir una carrera, una profesión, una esposa, tener hijos, o con una enfermedad.

Las crisis existenciales implican además un cambio parcial en la identidad ("me siento otro") y en la cosmovisión de la persona ("pienso de manera distinta").

Describiré a continuación las ocho características más sobresalientes que permiten identificar una crisis existencial.

 

1) La pregunta existencial.- Una crisis existencial se pone en marcha con una pregunta, pero no es cualquier pregunta. Es tal vez el interrogante más importante que puede plantearse una persona, y que podemos sintetizar como: ¿cuál es el sentido de mi vida?. Desde ya, puede adoptar otras muchas formas, como ¿para qué vivo? ¿Qué hago en este mundo? ¿Qué haré de mi vida? ¿Para qué existo?, etc.

La pregunta existencial ha de ser, en primer lugar, conciente y explícita. Todos los seres humanos alguna vez nos hemos preguntado por el sentido de nuestra vida, más allá de sí hemos intentado o no contestarla, ya que muchas veces se guarda en un cajón de la memoria y no se vuelve nunca más a formular. Quienes hacen esto no son precisamente los que experimentarán una crisis existencial, tal como aquí la entiendo. La pregunta que puede poner en marcha una crisis existencial es aquella que exige perentoriamente una respuesta, es aquella que no puede ser archivada y está allí, siempre presente en la conciencia, "molestando" como un insistente mosquito en una noche de verano.

En segundo lugar, es una pregunta que compromete la propia vida del sujeto, o sea, no se trata de una pregunta impersonal destinada simplemente a satisfacer una curiosidad intelectual. Así, no son preguntas existenciales ¿por qué existe el universo? ¿Por qué surgió la vida? ¿Por qué surgió la especie humana? Estas preguntas pueden engendrar teorías filosóficas o científicas, pero no necesariamente engendrarán un proyecto vital y personal. La pregunta existencial implica un compromiso personal, pues no es lo mismo preguntarse cuál es el sentido de "la" vida, a preguntarse cuál es el sentido de "mi" vida.

 

2) La búsqueda de una respuesta.- La insistencia de la pregunta obliga a buscar una respuesta. Algunas veces, la persona encuentra la respuesta en ella misma, pero en otras ocasiones se busca una respuesta en otra persona, en un sistema de creencias, en la lectura de un libro "que me cambió la vida", etc.

Es importante destacar que la crisis existencial implica "buscar" una respuesta, no "pedirla", ya que la decisión en última instancia es del propio sujeto, el que incluso llega a experimentarla como una decisión propia.

3) El encuentro de una respuesta: el proyecto vital.- La respuesta no es un determinado sistema filosófico o religioso, sino un proyecto vital fundado en dicho sistema. Esto es así porque la pregunta no es meramente intelectual, sino vital: no apunta tanto a edificar una cosmovisión, sino, mas bien a una trayectoria de vida.

Indudablemente, también están los otros proyectos que uno puede tener a corto, mediano o largo plazo. En tal sentido son proyectos qué haré la semana que viene, cuántos hijos tendré o hasta incluso qué ropa me pondré pasado mañana. Muchos de estos proyectos, sin embargo, quedan subordinados al proyecto vital, el cual da la orientación más general a la existencia. El proyecto no es una simple expresión de deseo: una cosa es decir "me gustaría ser actor", y otra muy distinta "estoy decidido a ser actor". Un indicador de la presencia de un proyecto vital es cuando la persona puede decir que algo empieza a ser importante en su vida, más que todo lo demás, cuando hay valores con los cuales empieza a comprometerse decididamente, cuando piensa que, como en los programas de televisión, cuando dicen: "no se vayan que ahora viene lo mejor", la persona puede decir: "no me iré de la vida porque ahora comienza la realización de mi proyecto".

4) Tiene intensidades diferentes según cada persona.- No todos padecen la crisis existencial con la misma intensidad. En algunos, la crisis está muy recortada y definida, de lo que nos damos cuenta porque el acontecimiento precipitante es muy puntual, o porque en poco tiempo la vida de la persona ha sufrido un cambio muy importante, no atribuible a cambios madurativos fisiológicos (pubertad, climaterio, etc.), y no necesariamente simultáneos con ellos.

5) No todos tienen crisis existenciales.- Tal como la he estado describiendo aquí, no todo el mundo padece una crisis existencial.

Dentro del grupo de personas que no la han experimentado nunca, aparecen dos posibilidades:

  1. Aquellos que, hacia el final de su vida hacen un balance positivo de esta última y consideran que la han aprovechado bien, y que para ellos ha tenido sentido. En estos casos, no necesitaron atravesar una crisis existencial para reorientar su existencia, probablemente porque desde un comienzo ella estuvo orientada hacia lo que efectivamente satisfacía sus expectativas acerca de lo que es una vida "plena".
  2. Aquellos que, hacia el final de su vida, se lamentan o se arrepienten de la vida que han llevado, o afirman que su vida fue una existencia "vacía". Si en el primer caso la crisis no fue necesaria, en este segundo caso la crisis no ocurrió cuando realmente lo era.

6) No tiene una edad de aparición.- Richard Gere la experimentó pasados los 20 años. La crisis existencial puede ocurrir en cualquier momento de la vida, y no necesariamente coincide con el casamiento, con la elección de una profesión, con la graduación, etc., ni menos aún con números redondos, como cuando se habla de la crisis de los 30, los 40 o los 50.

Inclusive más: el casarse o el graduarse no implican necesariamente una crisis existencial, ni aún cuando cambie radicalmente la rutina de la vida, porque bien puede ocurrir que esos eventos hayan sido impuestos por presiones familiares.

Tal vez la única etapa de la vida donde no ocurran crisis existenciales sea en la niñez, entendiendo por tal el período que va desde el nacimiento hasta la pubertad. Esta cuestión puede ser analizada desde la teoría piagetiana, desde la teoría freudiana y desde el existencialismo.

Una crisis existencial implica la posibilidad de diseñar un proyecto vital y, en consecuencia, de representarse mentalmente un extenso período de tiempo, que hasta puede llegar más allá de la muerte física. El niño, según Piaget, no nace con esta representación de un tiempo tan extendido: el futuro, así como el pasado, es el producto de una construcción progresiva que no alcanza su máximo desarrollo sino en la época de la pubertad.

El psicoanálisis plantea que el niño se hace, efectivamente, preguntas que tienen un fuerte sesgo existencial: ¿de dónde venimos? ¿Por qué hemos nacido con este sexo y no con el otro? ¿Dónde estábamos antes de nacer?, etc. El niño responde a estos interrogantes existenciales desde sus protofantasías. Por ejemplo, la fantasía de la escena primaria explica de dónde venimos (de la unión de papá y mamá), la fantasía de la castración explica la diferencia de lo sexos (soy varón porque aún no fui castrado), la fantasía de la vida intrauterina explica dónde estábamos antes de nacer, etc.

Otra explicación de por qué los niños no padecen crisis existenciales es el hecho de que ellos no tienen una clara idea de la muerte ni de la finitud de la existencia, y, según el existencialismo, un planteo existencial se activa por la angustia ante la finitud de la vida, es decir, ante la muerte.

7) Por lo general es una crisis única en la vida.- Esta afirmación depende básicamente de los resultados de un relevamiento estadístico. La gran mayoría de los casos de crisis existenciales ocurren sólo una vez en la vida.

8) El desenlace puede ser positivo o negativo. Positiva, en cuanto han permitido a las personas dar sentido a su vida a través del planteo y ejecución de un proyecto vital. Negativo: otras veces, una crisis existencial puede llevar a una depresión grave y aún al suicidio. Probablemente, ello dependa de la patología latente previa del sujeto, en cuyos casos el suceso precipitante de la crisis o el hecho de formular la pregunta existencial básica, puede ser al mismo tiempo el suceso desencadenante de la enfermedad.

Ejemplo de una crisis existencial resuelta de manera positiva y sin colaboración terapéutica

Daniel, abogado y capellán.

"Tenía 35 años y estaba por casarme. Mi plan era casarme de grande, como papá. Él sostenía que un muchacho debía vivir, conocer todo y después colgar la zapatilla y ser buen marido. Yo era muy enamoradizo, me gustaban mucho las chicas, tenía éxito y muchas novias. Me enamoraba físicamente y me agarraba el apuro de declararme antes que otro".

"Un día me estaba vistiendo para ir a una fiesta con mi novia. De pronto sentí un gran silencio interior y la convicción de que Dios me llamaba a su servicio. Pero lo rechacé: venía a trastocar todos mis proyectos. Ese silencio se empezó a suscitar más seguido, sobre todo de noche, cuando me iba a acostar. Sentí que Dios me llamaba y al mismo tiempo que era libre en la elección. Me sentía halagado, pero me iba al río, remaba y remaba y le decía a Dios: 'No te confundas, a mí me gusta esto'. Y le pedía que me contestara".

"Esa misma tarde se desató una tormenta brutal. Paré en San Fernando, justo enfrente de una iglesia. Y decidí entrar. En ese momento, el cura pregunta si alguien puede ayudarlo a dar misa. Me sentí señalado: era la contestación que había pedido a Dios".

"Lo más extraordinario que me pasó es haber sido llamado al sacerdocio, porque voy a ser sacerdote también en el más allá, para toda la eternidad. Cuando me llamó Dios, tuve que abandonar muchas cosas, y lo único que lamento es haber tenido que dejar el remo, la natación y la navegación a vela".

Consideré oportuno demostrar que no siempre en necesario recurrir a un terapeuta a la hora de solucionar una crisis existencial.

Pero el fin de este trabajo no es sólo demostrar como se resuelve una crisis existencial sin colaboración de un terapeuta, sino todo lo contrario, como se resolvería una crisis existencial con colaboración de un terapeuta.

Para poder dar solución a esta crisis existencial, recurro a utilizar una de las terapias que más se especializa en crisis existenciales: la terapia cognitiva y, dentro de esta terapia, la terapia cognitiva conductual.

Esta terapia plantea que frente a una crisis existencial hay factores que hacen que se resuelva sin necesidad de un terapeuta, o se requiera la colaboración del mismo.

Haré mención de los factores que inciden en la producción de la crisis existencial, y que por consecuencia de estos factores, requieren la colaboración de un terapeuta.

Los factores son: una desestructuración de los esquemas cognitivos, como así también una distorsión cognitiva, provocando un estado de angustia, hasta llegar un trastorno patológico, como la depresión. A la hora de hablar de un estado patológico, debe aclararse, que sólo es un supuesto, ya que no siempre la angustia desencadena una depresión.

Para favorecer una mejor interpretación sobre los factores que afectan en la producción de las crisis existenciales, se dará una breve explicación de los mismos.

Esquemas cognitivos: los esquemas son estructuras cognitivas que consisten en las creencias y supuestos centrales fundamentales del individuo acerca de las formas que opera en el mundo. Estos esquemas se desarrollan temprano en la vida, a partir de las experiencias personales y con la identificación hacia otras personas significativas. Las personas forman conceptos de sí mismos, los demás y el mundo. Estos esquemas moldean la personalidad. Estos esquemas pueden ser adaptativos o no, y sobre estos últimos pondré el acento, ya que afectan en forma directa la visión que un sujeto tiene sobre sí mismo y es un causante de la crisis existenciales.

Otro factor en la producción de las llamadas crisis existenciales, es la distorsión cognitiva, la cual plantea que hay un error sistemático en el razonamiento, siendo evidente la angustia.

Hay varias distorsiones cognitivas, pero las más relevantes en este trabajo son:

La personalización en primer lugar, plantea que el sujeto atribuye a sí mismo los eventos externos sin evidencia de relación; (la relación que mantienen con las crisis existenciales, radica en el hecho que el sujeto considera que todo lo que sucede en el mundo es por culpa de él y de su indecisión a la hora de la toma de decisiones)

El pensamiento dicotómico: se refiere a categorizar las situaciones en extremo (por ejemplo, considerar el desempeño propio en una tarea como un éxito completo o un fracaso total).

Triada cognoscitiva: de acuerdo con Beck (1967), el individuo deprimido tiene una perspectiva negativa de sí mismo, del mundo y el futuro. Estas tres percepciones son conocidas como tríada cognoscitiva. El mundo parece desprovisto de placer o satisfacción. La visión de futuro de la persona deprimida, es pesimista o insistente. El aumento de la dependencia que se observa, a menudo en los pacientes deprimidos refleja la perspectiva de sí mismo como incompetente, una estimación exagerada de la dificultad de las tareas de la vida normal, como sí también, la expectativa del fracaso y el deseo que alguien más se haga cargo.

Uno de los objetivos de este trabajo, es demostrar como solucionaría yo, como terapeuta, una problemática, en este caso es la etapa del desarrollo de la adultez, y para ser mas especifico, como ya he dicho antes, la problemática es la crisis existencial.

Mis fundamentos por lo cual utilizo la terapia cognitiva son, que dentro de la Psicoterapia Cognitiva, el objetivo último es eliminar los prejuicios sistemáticos en el pensamiento, por medio de la corrección en el procesamiento de la información defectuosa, ayudando por tanto, a los pacientes a modificar las suposiciones que mantienen, las conductas y las emociones desadaptativas. Los métodos cognoscitivos y conductuales, se usan para desafiar las creencias disfuncionales y para promover una pensamiento más realista.

La terapia cognitiva, consiste en experiencias de aprendizaje muy específicas, diseñadas para ayudar a los pacientes a realizar cinco funciones:

  • Supervisar sus pensamientos o cogniciones negativos automático.
  • Reconocer las conexiones entre cognición, efecto y conducta.
  • Examinar la evidencia a favor y encontrar de los pensamientos automáticos distorsionados.
  • Sustituir estas cogniciones prejuiciadas con interpretaciones más orientadas hacia la realidad.
  • Aprender a identificar y alterar las creencias que lo predisponen a distorsionar sus experiencias.
  • Por medio de este aprendizaje, el paciente podrá reestructurar sus cogniciones sobre las problemáticas que padece, producto de la crisis por la cual ésta pasando.

    Para la solución de un problema, como las crisis existenciales, la psicología cognitiva conductual de "Beck" (uno de los principales exponentes de la misma; a quien he tomado como autor principal para la resolución de dicha problemática), considera que dentro de esta reestructuración de las experiencias de aprendizaje, se deben de realizar otras tareas que favorecerán a una mejor resolución de la crisis.

    En el trabajo terapéutico se debe de:

    • Trabajar sobre la disolución de la personalidad, ya que este sujeto se encuentra desestructurado producto de su crisis.
    • Realizar una reformulación de expectativas: el paciente, posee expectativas, sueños, proyectos, los cuales se han modificado producto de la crisis, pero no todos estos sueños y proyectos pueden concretarse por lo tanto, se debe formular nuevamente en base las posibilidades que este individuo tenga, provocando así que estos deseos sin resolver hasta el momento, no se transformen en frustración, lo cual aumentaría la crisis.
    • En la terapia, al paciente se le hace tomar conciencia de su finitud, y por tanto la aceptación de la misma, permitiendo de esta manera, que sus expectativas de cambio, no sean utópicas, ya que provocarían un estado angustiante en el sujeto y por consiguiente no se resolvería de manera exitosa su crisis existencial.
    • Debe de integrarse junto con la terapia la colaboración de familiares y seres significativos: la colaboración de personas cercanas al paciente puede ser muy útil, para que ayuden al paciente a disminuir la carga de angustia producida por la crisis existencial por la cual está pasando. Esta colaboración se puede conseguir a través de las entrevistas o por teléfono.
    • Se utiliza una estrategia de afrontamiento de cambio, la cual consiste en modificar el punto de vista de la realidad que tiene el paciente:

    Para realizar este cambio cognitivo, se emplean preguntas en forma verbal como:

    ¿Podría evaluar la situación de otra manera?

    ¿Cuáles son las ventajas y desventajas que trae aparejado el opinar de ese modo?

    ¿Qué opinaría otra persona en la que usted confía acerca de estas cosas?

    ¿Qué diría otra persona que tienen este mismo problema?

    Estas preguntas, como muchas más, nos permitan como terapeutas observar de manera objetiva los sentimientos por los cuales el paciente está pasando, como así también la interpretación que da el paciente al hecho en sí y su comparativo con el entorno.

     

    Posted via email from El Blog de lo que "Te Interesa"