domingo, 2 de enero de 2011

Navegando en el mar de la melancolía

melancolia 

"La melancolía es la felicidad de estar triste." - Víctor Hugo

 

Hoy venía de pasar un momento muy alegre con la familia completa – una situación muy insólita y poco frecuente, dada la vorágine de la vida moderna – cuando camino a casa pasé por la sede de un trabajo al cual dediqué 14 años de mi vida y al que le debo mucho en términos de preparación y cultura profesional.

Cuando salí de allí estaba feliz, ya que tenía planes para mi vida y entre ellos no estaba dedicar más tiempo a una compañía en la cual ya no me sentía feliz y a la cual había sacrificado familia, salud y tiempo sin recibir – según mi concepto, aclaro – el reconocimiento adecuado.

Pasar por las calles que frecuentaba los últimos 8 años todos los días; ver el edificio donde viví tantas alegrías y tantas tristezas y frustraciones me causó un baño de melancolía tan grande que hasta parecía un dolor físico.

Siendo  así me pregunté a mi mismo:

 

¿Por qué añoro un trabajo del cual renegué en un momento dado? ¿Por qué extraño todo lo que viví en un lugar que se había vuelto para mí un tormento?

Estuve meditando todo el camino al respecto – con el temor de que en el fondo fuese masoquista – cuando la verdad me saltó encima, cual pantera desde un árbol:

 

En realidad no extrañaba ni remotamente el trabajo ‘per se’; lo que extrañaba era la persona que fui durante ese tiempo; los amigos verdaderos con los cuales departía todos los días; los sueños que tuve y que ahora yacen rotos en el suelo.

Teniendo ya clara esa situación, caí en cuenta que cuando camino por las calles de mi ciudad natal, en realidad lo que más añoro es el muchacho que caminaba por ellas hacía 30 años, con su cabeza llena de sueños; con el corazón lleno de amor y con una total falta de preparación para la vida.

La inocencia que tenía; la ingenuidad de la cual hacía gala – y del cual todavía quedan restos en mí –; toda esa juventud desperdiciada por falta de enfoque y de consejo es lo que realmente entristece mi alma y me llena de ese sentimiento semejante al de extrañar algo que sabemos muerto… que ya nunca volverá.

Cómo lo he escrito varias veces en otras columnas de este blog, ya sé que la melancolía no conduce a nada y que es un sentimiento estéril que no produce frutos en el presente, sin embargo no sé porqué para mi cada vez que me invade, me causa a la vez un placer – culpable, lo confieso – que tiene mucho que ver con la picardía de ver – aunque sea con la distancia de los años – a ese que una vez fui y que nadie podrá conocer como yo, ya que cada uno de nosotros es un enigma en sí mismo y ante los demás sólo mostramos la máscara que más nos place mostrar.

Dixi.

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