sábado, 22 de mayo de 2010

¿Todavía esperas que la vida te pague con intereses?

Si hay algo que he aprendido con el paso del tiempo es que pretender que la vida nos devuelva con creces nuestras buenas obras o conductas es una esperanza vana e ingenua.

Muchas personas creen en un karma omnisciente que está pendiente de todos nuestros actos y que nos asigna "puntajes" de acuerdo a si los mismos son correctos o incorrectos ante los ojos de la deidad de turno, dependiendo de nuestra ubicación geográfica.

En lo personal quisiera creer que ello es así, ya que me parecería el método más adecuado de repartir justicia en un mundo con tendencia a premiar al malo; al más astuto y al que más grita; y no al justo y ecuánime.

Sin embargo los años me han enseñado que dicha "retribución" por nuestros actos - buenos o malos - se debe dar de una forma muy sutil e imperceptible, ya que la mayoría de las veces aparenta que el premio mayor y el gozo es para el que sabe como "torcer" las reglas y para el que tiene más recursos materiales.

No se ustedes pero a mi en lo personal muchas veces he tenido que sufrir las funestas consecuencias acaecidas por el hecho de actuar en beneficio de mi prójimo - conducta alentada por la mayoría de las religiones de éste mundo - y que al hacer un análisis de los hechos llego a la conclusión de que si hubiese actuado como lo hace la mayoría - a saber, voltear a ver hacia otro lado al momento de percibir que el prójimo nos necesita - me hubiese ahorrado muchos problemas y sinsabores.

Sin embargo hacer el bien simplemente por el hecho de pretender que la vida nos premie con beneficios o por el temor a un futuro "infierno" donde los pecadores van a pagar por sus malas acciones es fútil, ya que el hacer el bien se hace por el simple hecho de que actuar de otra forma - y de manera generalizada - solo se traduciría en un caos social que a larga acabaría con lo que conocemos como civilización.

Nunca he comulgado con el hecho de que hay que vivir en una iglesia para proceder con rectitud y aprecio por el prójimo, ya que tanto en el bando de los creyentes como del de los ateos y agnósticos hay personas que son conscientes de que hacer el bien se debe hacer sin esperar recompensa.
Actuar de otra forma sólo nos convertiría en fariseos.

Yohel

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