jueves, 6 de mayo de 2010

Este Mundo es del Diablo

Quiero acotar que mi perorata carece en lo absoluto de un cariz religioso. Quiero circunscribirme únicamente al terreno de la ética y la moral versus sus contrapartes.

Parecería que estoy cabreado y frustrado... y la verdad es que así me siento.
Estoy harto de ver como el mal es él que gana, mientras los bobos siempre estamos al final de la fila recibiendo los golpes mientras que el malvado se regodea en nuestra supuesta idiotez.
El  mentiroso; el que engaña; el que somete; ése es el que le va bien y el que triunfa.

Y he allí la raíz del problema: vivimos en tiempos donde se valora más lo práctico que lo moral; donde prima la inmediatez versus los principios; donde manda el más fuerte y no el más ético, moral o inteligente. En otras palabras nuevamente hemos regresado a las cavernas.

Por donde caminemos podemos ver como el Diablo manda en éste mundo; cuidando a su vez de los que le adoran; a diferencia de los que le temen a Dios, los cuales en muchas ocasiones aparentan estar a merced de todos los abusos y males de los perversos, sin aparente protección alguna.
Y encima hay que calarse el argumento que ello es así porque “estamos a prueba”, como si el mismo hecho de respirar el mismo aire que los malditos y los perversos no fuese suficiente tortura.

Vemos como los políticos roban y corrompen y nunca les llega el castigo; vemos como el ladrón hurta y mata sin que nunca reciban el castigo que se merecen; vemos como pululan por doquier defensores de los derechos de los asesinos, maleantes y sicópatas, mientras que de sus víctimas nadie se acuerda.
Por todo el entorno vemos como se miente; se manipula; se aprovecha del prójimo; se engaña; se roba; se burlan de los derechos ajenos; se practica el egoísmo y el egocentrismo.
Es un verdadero caos en acción.

Creo que más de uno habremos deseado en algún momento mandar todo al diablo y entregarse en manos del maligno y dejar de vivir como pendejos; sumidos en la pobreza; estancados en la vida; viendo como el malo e inculto avanza y conquista, mientras que nosotros seguimos en la vana causa de respetar las leyes y considerar al prójimo.

En los momentos que me siento así me frustro al ver cómo me es tan difícil arroparme con la vestimenta del mal, ya que algo dentro de mí me impele a rechazarlo, por principio y por convicción.
Para tratar de hallar un consuelo; un porqué ante tamañas injusticias, mi mente dibuja un mundo en el cual todos abandonamos los principios y el respeto a nuestro prójimo y nos entregamos a satisfacer nuestras necesidades a costa de lo que sea y de quién sea.
Y es entonces que comprendo el papel que hacemos los bobos que sí seguimos las reglas y que practicamos la comprensión ante las necesidades de nuestro prójimo ya que si no fuera por los pocos tontos que quedamos, hace tiempo éste mundo se habría sumido en el caos y habríamos perecido todos presas uno del otro en el desenfreno de satisfacer nuestros deseos y necesidades primarias.

Es entonces que – a pesar de ser tildados de “idiotas”; “tontos”; “anticuados” o cualquier otro término parecido – me doy cuenta de que sí tenemos un lugar que ocupar en éste mundo diabólico, en el que  - para  bien o para mal – nos ha tocado estar del lado del aparentemente equipo perdedor.

Dixi.

Yohel

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