domingo, 7 de febrero de 2010

En Búsqueda de la Excelencia; Administración: De cómo la realidad hace trizas el idealismo

Muchos hemos leído muchos libros sobre conceptos modernos de Administración Gerencial, donde casi al unísono todos los autores proclaman que lo moderno es constituirse en líder de su gente y no en jefe "per se", a saber alguien que está para dar órdenes y velar que se cumplan.

En dichos libros se esgrimen muchos conceptos con los cuales concuerdo, por ejemplo:

  • Dar el ejemplo
  • Respetar la opinión de los empleados
  • Escuchar opiniones
  • Interesarse por los empleados como personas y no sólo como "recurso" humano
  • Etc.
Parte del proceso del aspirante a administrativo moderno es ganarse la confianza de sus empleados, de manera que ellos confíen en él y de esa forma su trabajo mejore, basado en que se ha constituido un ambiente que incita a la productividad eficiente y a la comunicación en ambos sentidos y donde el empleado se sienta valorado.

Sin embargo, casi siempre se asume que el empleado es una especie de "pretendiente" o premio a ganar, de manera que el Administrativo tiene que hacer todo de su parte para que tan delicada ave no vuele espantada por algún gesto brusco por parte de su jefe. Craso error, ya que los ejemplos de empleados a los cuales les importa un pepino el que su jefe sea un esclavista o un líder son numerosos.
Como cualquier tipo de relación, ésta es de dos y si solamente una de las partes se preocupa por ganarse la confianza del otro, entonces a la larga todo terminará en "divorcio", a saber con un desempleado más en la calle.

En muchas ocasiones dichos jefes se estrellan con la realidad al momento de aplicar todos los principios que aprendieron en los libros que estudiaron previamente, ya que si de parte del empleado no hay un esfuerzo proporcional, entonces lo único que se logrará a la larga es un estado de frustración permanente para todos.

Conozco compañías donde existen empleados a los cuales se les han dictado toda clase de seminarios para aumentar su productividad y eficiencia; donde el jefe se desvive por constituirse en líder y no en "esclavista"; donde se les da todas las oportunidades a los empleados para que se ajusten a los nuevos sistemas y aún así los mismos persisten en los mismos errores y actitudes; en la dejadez; en la mediocridad y en desaprovechar las oportunidades.
Por increíble que parezca, les importa un comino la eficiencia y actúan como si ellos fueran eternos en el puesto en el que están.

La realidad es que es absolutamente imposible que el administrativo pretenda erigirse en líder de su grupo sino logra dos cosas:

  • Estimular al empleado y educarlo en el arte de aprender a ser más eficiente y celoso de su trabajo y de sus resultados.
  • Deshacerse de los empleados que se resistan a los cambios necesarios que hayan que hacer.
Éste último punto va a chocar a muchas personas, pero la realidad al final es que al momento que los superiores exijan cuentas por los mediocres resultados obtenidos por el Gerente de marras, cada empleado desaparecerá del escenario y la única cabeza que rodará será la de él. Así de sencillo.
Siendo así, el Gerente moderno no sólo debe aspirar a convertirse en "pastor de su rebaño" y no en tirano del mismo; sino que además deberá deshacerse del lastre que retrase el alcance los objetivos trazados, ya que el interés de grupo prima sobre el individual.

De otra forma, el Gerente de nuestra columna de hoy se verá muy pronto en la calle y con todos sus libros de liderazgo bajo el brazo, mientras los mediocres que causaron su ruina gozan en sus escritorios a la espera del siguiente incauto. Ojo.

Dixi.

Posted via email from El Blog de Pixin

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