Muchos hemos leído muchos libros sobre conceptos modernos de Administración Gerencial, donde casi al unísono todos los autores proclaman que lo moderno es constituirse en líder de su gente y no en jefe "per se", a saber alguien que está para dar órdenes y velar que se cumplan. En dichos libros se esgrimen muchos conceptos con los cuales concuerdo, por ejemplo:
Como cualquier tipo de relación, ésta es de dos y si solamente una de las partes se preocupa por ganarse la confianza del otro, entonces a la larga todo terminará en "divorcio", a saber con un desempleado más en la calle. En muchas ocasiones dichos jefes se estrellan con la realidad al momento de aplicar todos los principios que aprendieron en los libros que estudiaron previamente, ya que si de parte del empleado no hay un esfuerzo proporcional, entonces lo único que se logrará a la larga es un estado de frustración permanente para todos. Conozco compañías donde existen empleados a los cuales se les han dictado toda clase de seminarios para aumentar su productividad y eficiencia; donde el jefe se desvive por constituirse en líder y no en "esclavista"; donde se les da todas las oportunidades a los empleados para que se ajusten a los nuevos sistemas y aún así los mismos persisten en los mismos errores y actitudes; en la dejadez; en la mediocridad y en desaprovechar las oportunidades.
Por increíble que parezca, les importa un comino la eficiencia y actúan como si ellos fueran eternos en el puesto en el que están. La realidad es que es absolutamente imposible que el administrativo pretenda erigirse en líder de su grupo sino logra dos cosas:
Siendo así, el Gerente moderno no sólo debe aspirar a convertirse en "pastor de su rebaño" y no en tirano del mismo; sino que además deberá deshacerse del lastre que retrase el alcance los objetivos trazados, ya que el interés de grupo prima sobre el individual. De otra forma, el Gerente de nuestra columna de hoy se verá muy pronto en la calle y con todos sus libros de liderazgo bajo el brazo, mientras los mediocres que causaron su ruina gozan en sus escritorios a la espera del siguiente incauto. Ojo. Dixi.
- Dar el ejemplo
- Respetar la opinión de los empleados
- Escuchar opiniones
- Interesarse por los empleados como personas y no sólo como "recurso" humano
- Etc.
Como cualquier tipo de relación, ésta es de dos y si solamente una de las partes se preocupa por ganarse la confianza del otro, entonces a la larga todo terminará en "divorcio", a saber con un desempleado más en la calle. En muchas ocasiones dichos jefes se estrellan con la realidad al momento de aplicar todos los principios que aprendieron en los libros que estudiaron previamente, ya que si de parte del empleado no hay un esfuerzo proporcional, entonces lo único que se logrará a la larga es un estado de frustración permanente para todos. Conozco compañías donde existen empleados a los cuales se les han dictado toda clase de seminarios para aumentar su productividad y eficiencia; donde el jefe se desvive por constituirse en líder y no en "esclavista"; donde se les da todas las oportunidades a los empleados para que se ajusten a los nuevos sistemas y aún así los mismos persisten en los mismos errores y actitudes; en la dejadez; en la mediocridad y en desaprovechar las oportunidades.
Por increíble que parezca, les importa un comino la eficiencia y actúan como si ellos fueran eternos en el puesto en el que están. La realidad es que es absolutamente imposible que el administrativo pretenda erigirse en líder de su grupo sino logra dos cosas:
- Estimular al empleado y educarlo en el arte de aprender a ser más eficiente y celoso de su trabajo y de sus resultados.
- Deshacerse de los empleados que se resistan a los cambios necesarios que hayan que hacer.
Siendo así, el Gerente moderno no sólo debe aspirar a convertirse en "pastor de su rebaño" y no en tirano del mismo; sino que además deberá deshacerse del lastre que retrase el alcance los objetivos trazados, ya que el interés de grupo prima sobre el individual. De otra forma, el Gerente de nuestra columna de hoy se verá muy pronto en la calle y con todos sus libros de liderazgo bajo el brazo, mientras los mediocres que causaron su ruina gozan en sus escritorios a la espera del siguiente incauto. Ojo. Dixi.
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