viernes, 26 de junio de 2009

Sociedades de Pacotilla

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Quiero comenzar la presente columna – y a modo de introducción al tema – citando un artículo muy interesante y que fue la génesis de la presente.

Este artículo salió en un suplemento llamado “Ellas” del diario “La Prensa” de mi país, en la edición del día 26 de Junio del 2009.
Me parece muy interesante y me ha motivado a hacer una análisis y opinión al respecto.

La autora es la periodista Roxana Muñoz y lo publicó en su columna “Por la sombrita”.
A continuación el artículo de marras y posteriormente una acotación al respecto.

Como si dijera “Gire en U”

Viajábamos en un autobús cuatro colegas periodistas panameños. Al acercar­nos al sitio donde debíamos bajar, el único varón del grupo se levan­ gritando: "¡parada!, ¡parada!"; nada más le faltó decir "chof".

Desde el conductor hasta el úl­timo pasajero lo miraron como si fuera un loco. Nosotras, detrás de él, queríamos ponernos un cartu­cho en la cabeza para cubrir la pena.

Claro, estábamos en otro país donde a nadie se le ocurriría levantarse del asiento mientras el bus está en movimiento y menos gritando.

Dice un refrán que a donde fue­ras haz lo que vieras. Pero cuando uno se va por unos pocos días a otro país le cuesta adaptarse.

Una vez intenté cruzar una ca­lle en Atlanta, Estados Unidos; no venía ningún auto, pero no sé de dónde salió una doñita que, es­pantada por mi conducta, me hi­zo señas para que buscara la línea de seguridad al cruzar la calle.

Apenada le hice caso y me di cuenta de que otras dos personas me miraban con cara de "eso no se hace".

Lo increíble es que de verdad los panameños podemos tener un patinazo o exhibida internacio­nal, pero por lo general hacemos caso cuando estamos en otro país, sobre todo si es Estados Unidos: hacemos la fila, recogemos la bandeja en el restaurante y ¡ llega­mos tres horas antes al aeropuer­to ! Porque como decía un amigo "con estos gringos no se puede co­ger chance".

Todos hemos escuchado cuen­tos de que en la Zona del Canal la gente se cuidaba mucho de aga­rrar así fuera un mango o de tirar un papel a la calle. A eso el abuelo de un amigo le llamaba "la certeza del castigo".

No creo que había un policía cuidando cada palo de mango pe­rico en la Zona, y menos cámaras que grabaran las placas de los au­tos desde los que se arrojaba ba­sura, pero la gente sabía que si los pillaban los multaban.

Aquí en Panamá ¿a quién san­cionan? Tengo años escuchando que a los taxis tienen que pintar­los de amarillo. Los propietarios decentes ya lo hicieron hace rato. Los otros, siguen muertos de la ri­sa sin cumplir la norma y el Go­bierno les da más plazo.

Dice otra norma que si usted tiene un terreno debe mantenerlo libre de maleza o que si es pro­pietario de un edificio debe mantenerlo pintado, en buenas condiciones. ¿Eso se cumple?

Aquí frente a “La Prensa” hay un letrero que dice "Prohibido gi­rar en U" y es como si dijera "Gire en U". Todos hacen lo que les dala gana.

Las aceras son para caminar, pero en Calidonia los almacenes las acaparan con mercancía y en otros lugares carros 4 x 4 se esta­cionan en las aceras y hasta en las isletas.

Nadie hace eso a escondidas. Fácil es pescarlos en flagrante falta.

Uno escucha decir que al Go­bierno no le alcanza la plata. Si se sancionara a la mitad de los in­fractores, las arcas estarían llenas y este país sería mejor.

El artículo de la periodista Muñoz es excelente e ilustra lo que desde hace muchos años todos sabemos: nuestras sociedades están podridas.
En especial las de países como el nuestro en los que estamos luchando por entrar al famoso “primer mundo”.

El gran problema es que las cosas no se alcanzan con desearlas solamente, si no que hay que estar preparados también para saber como alcanzarlas.

¿Ustedes creen que si alguien no puede levantar 20 libras de peso, podrá levantar 100? ¿Que piensa usted?
Mientras nosotros los ciudadanos no podamos desempeñarnos bien en lo pequeño, ¿Como pretenderemos ser eficientes en lo grande? ¿Como pretenderemos aspirar a vivir en sociedades del primer mundo? Eso es imposible.

¿Quieren ejemplos de a que me refiero con “lo pequeño?

  • Tráfico: manejamos como energúmenos.
    • No nos importa con los demás conductores y la cortesía en el manejo brilla por su ausencia.
    • Giramos en “U” donde nos da la gana.
    • Nos importan dos pepinos los letreros de “ALTO”
    • Pasamos con luz amarilla en los semáforos y últimamente veo que hasta con la luz roja
    • Inventamos una fila adicional para poder “colarnos” a la hora que el semáforo se pone en verde
    • Hablamos por celular al manejo, sin el uso de “manos libres”.
    • Todos los carros nos molestan y tratamos de rebasarles a como de lugar, así sea circulando por los hombros de las calles y carreteras
    • Circulamos a altas velocidades, no importando si estamos en áreas urbanas.
    • Circulamos por el lado izquierdo y a baja velocidad en las vías rápidas, aparentemente por el simple hecho de darnos el gusto de enojar a los demás y propiciar accidentes.
    • Paramos donde sea

¿Quiere mas?

  • Escuchamos música a alto volumen en nuestras casas, como para que el vecino vea que yo si tengo poder y tenga que escuchar lo que a mi me gusta.
  • Tiramos basura en cualquier lugar (“Hay que darle trabajo a los recogedores de basura” – me han contestado algunos al preguntarles “¿Por que lo hacen?”
  • Nos “colamos” en las filas para no tener que esperar tanto.
  • No leemos ni el periódico
  • Todos los días queremos estar de fiesta
  • Le dejamos todo a los políticos. Nosotros estamos muy ocupados… en alguna de las actividades arriba mencionadas.

¿Para que seguir? La mesa esta servida. Dixi

Siempre esperamos que con cada nuevo gobierno, mágicamente las cosas se resuelvan y que en un solo quinquenio nos encontremos, por arte de birlibirloque, disfrutando de las dulces mieles del primer mundo.

Este modo de pensar tiene dos fallos:

  • Los cambios son graduales, y no súbitos. Al menos para no causar traumas innecesarios.
  • Mientras seamos – al menos la mayoría – ciudadanos de tercer mundo, tendremos sociedades de tercer mundo.

¿Como podemos pretender que un gobierno resuelva los problemas urgentes que requiere la patria y trace rumbos de cambio, si dicho gobierno está constituido por personas de la misma sociedad que desea reformar?

Es por ello que el cambio debe venir de nosotros mismos y a su vez enseñárselo a nuestros progenie.
Me ha tocado ver gente en la calle de todo tipo – viejos; jóvenes; ricos; pobres; de diferentes razas; etc. – realizando toda clase de “vivezas” en la calle para luego llegar a casa y darle lecciones de moral a sus hijos y familiares cercanos.

He allí otro problema: romper las reglas ya lo vemos como algo normal. Ya no nos escandaliza. Ya no nos preocupa. Todo en aras de pensar “Yo no voy a ser el mas tonto”.

Parece que tenemos poco conocimiento – la TV no ayuda mucho en eso ya que del extranjero solo nos traen banalidades – de que una de las bases de las grandes sociedades es el respeto a las leyes y reglamentos.

Mientras pensemos que las leyes se hicieron para los demás y que nosotros estamos muy apurados para someternos a ellas seguiremos inmersos en este mundo de mediocridad en el que nos encontramos actualmente.
Para mi esto está perdido. Pienso que somos “la generación perdida”.

Solo queda la esperanza de que nuestra descendencia si empiece a realizar dicho cambio y que después de varias décadas puedan decir que en nuestros países se disfrutan de sociedades civilizadas.

Tengo esa esperanza, ya que las actuales sociedades organizadas hace siglos eran barbáricas.
No fue si no después de siglos de ensayo y error que las mismas llegaron a ser lo que son ahora.

Ello me anima a pensar que nosotros estamos viviendo épocas de oscurantismo social, pero que algún día llegara nuestro “renacimiento”.

Por ahora – y como dice el personaje del General Simón Bolívar en la obra de Gabriel García MárquezEl General en su Laberinto” ante las críticas de un europeo con respecto a la política criolla – “¡Carajo, déjenos vivir nuestra edad media en paz!”.

Autor: Yohel Amat

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