domingo, 1 de noviembre de 2009

Una semana de silencio…

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La vida humana se parece a un camino cuya salida es un precipicio horroroso; nos advierten de ello desde los primeros pasos; pero el decreto está ya pronunciado: es preciso adelantar siempre sin poder retroceder.
Jacques Benigne Bossuet

Primero que todo les debo una explicación. Durante meses me propuse escribir diariamente en éste blog, tanto para mí – como catarsis para deshacerme de la angustia y de la culpa – cómo principalmente para ustedes, mis queridos lectores.

Durante ese lapso de tiempo derramé en las páginas de éste blog mi dolor y mi pena ante el azote inmisericorde de la adversidad. El lacerante dolor causado por el látigo impío sobre mis carnes y sobre mi espíritu era insoportable en algunos casos, y ustedes debieron haberlo intuido en algunos de mis escritos.
Sin embargo siempre estuve consciente de que a pesar de que el frío viento del invierno hincara sus dientes sobre mí el verano llegaría… y así ha sucedido.

Llegó en la forma de un nuevo comienzo. Llegó en la forma de una nueva oportunidad.
Nadie ha dicho que soy digno de ella ni nadie garantiza que esta sea MI oportunidad… simplemente me aferro a ella con la satisfacción de saber que Dios aprieta… pero no ahoga.

En el momento justo que las fuerzas me estaban abandonando y que el agua comenzaba a entrar a borbotones por mi garganta, surgió la mano amiga que me tomó de la mía y no solo impidió mi impío viaje hacia las oscuras profundidades de la angustia, sino que me ha llevado a la orilla.
A cambio lo único que me ha pedido es “Sé digno de ello”. Vive Dios que lo haré.

A causa de mi nueva realidad, el tiempo es inmisericorde y por ello quizás notarán que ya no escribiré diariamente o que mis escritos son de más corta extensión, sin embargo mi anhelo por alcanzar la excelencia ahora se ve incrementado por los grandes retos que estaré enfrentando y que desde ya exigen mucho de mi.

Cuento con ustedes para que compartan conmigo los sucesos y eventos que acontezcan de aquí en adelante, como si estuviésemos en una especie de historia que se escribe en el día a día y de la cual no sabemos el final, ya que las páginas se llenarán durante el diario… dinámica pura.

Gracias por acompañarme ahora y siempre y ésta semana de silencio me la regalé para reordenar mis prioridades y para refrescar mi espíritu, ya que escribir a diario exige un esfuerzo agotador de mi parte a pesar de lo mediocre – por ahora - del producto final.
Sin embargo soy consciente de que sólo alcanzaré la excelencia si me someto al riguroso régimen de la acción diaria. Y para ello cuento con ustedes.

Ante mí se yerguen todas las oportunidades posibles para expiar mis pasados pecados y para expulsar por fin y de una vez por todas la angustia y la desesperación.

Ojalá lo pueda hacer en la mejor compañía: ustedes, mis tan queridos lectores.

Autor: Yohel Amat

 

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