viernes, 1 de enero de 2010

En Búsqueda de la Excelencia: Fotos viejas

Hoy Año Nuevo 2010 tuve oportunidad de pernoctar en casa de mi madre en provincias.
Cada vez que ello sucede - y más en una época tan emocional cómo ésta - hago una especie de "caravana en el tiempo", en la cual recorro y repaso gran parte de mis vivencias, para cuando era "joven e indocumentado".

Por medio de las fotos que mi madre conserva tan celosamente recuerdo tiempos idos en los cuales tenía todo el mundo a mi disposición para devorarle cómo quisiera y cuando todos los caminos estaban disponibles y eran deliciosamente desconocidos y misteriosos.

Ahora - con un costal de años a cuestas y con una considerable distancia de por medio con dichas épocas - me doy cuenta de todas las "buenas y malas" decisiones que he tomado en mi vida y que han esculpido a la persona que actualmente soy.

No me gusta creer en absolutos, pero si algo ostentara dicho título, serían todas esas pequeñas vivencias que son retazos de la vida misma y que van con nosotros queramos o no; estemos orgullosos de ellas o no.
No caigamos en el error de determinarlas como "buenas y malas" o "errores y aciertos", ya que el hecho de calificarlas no va a cambiar un ápice el hecho de que somos lo que somos en éste momento y punto.

Cómo he mencionado en columnas anteriores las "fotos viejas" no deberían constituirse en el garrote con el cual nosotros mismos nos vamos a castigar por lo que consideramos "nuestros errores"; sino que debemos tomarlas en el contexto de que son la escuela en la cual aprenderemos el arte de construirnos a nosotros mismos un mejor futuro; ya no basado en los instintos ni en la inexperiencia de un púber, sino en la de un "tigre con muchas rayas", cada una de las cuales se erige como un maestro de inmensa sabiduría presto a enseñarnos una lección, siempre y cuando tengamos la humildad y la sapiencia para aceptarla.

Las "fotos viejas" - en mi caso muy personal - me brindan alimento para el alma y me recuerdan que no necesariamente "tiempos pasados fueron mejores", ya que casi siempre nuestra mente selecciona sólo lo bueno de nuestras pasadas vivencias, obviando lo desagradable y haciéndonos caer con ello en la sutil trampa de la melancolía y de la nostalgia, sentimientos ambos dulces y placenteros - al menos para mí -, pero totalmente inútiles, ya que no nos ayudan a ver hacia adelante, sino que nos impelen a regodearnos en las cosas idas; en los tiempos que nunca más volverán.

Por difícil que parezca nuestro presente, hay que estar conscientes que actualmente estamos tomando las fotos que mañana serán historia para nosotros mismos y que ello nos debe inspirar a ser mejores modelos y a "ser mejores profesionales", para que más allá en el futuro cuando las repasemos, estemos más orgullosos del "hombre en el espejo".

El tiempo apremia.

Autor: Yohel Amat

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