Hace poco me tocó conocer a una persona en un trabajo que odia y esgrimiendo el argumento de que "después de los 40 nadie te da trabajo" como excusa para justificar el hecho de soportar condiciones infra humanas en su actual posición laboral. Cuando escuchaba su argumentación, una parte de mí estaba de acuerdo con él, en el sentido de que después de cierta edad para el mercado laboral nos tornamos poco menos que en leprosos; indeseables para las empresas y marginados de cualquier oportunidad de poner un negocio propio, a menos que cuente con capital propio, ya que los bancos siempre quieren "jugar a ganar", al menos en nuestros tercermundistas países. Y ni hablar de la falta de asistencia gubernamental para cientos de desempleados con edades como las mencionadas. En lo que definitivamente no estoy de acuerdo es en aquello de resignarse a una realidad, basado solamente en la percepción de que para nosotros las oportunidades se acabaron, basados solamente en un criterio tan subjetivo cómo la edad. Independientemente de que suene idealista, considero que uno siempre debe conservar ése factor de esperanza que nos mantenga siempre alerta y a la búsqueda de oportunidades para poder mejorar nuestras condiciones de vida. Considero que en el momento en que caemos en la resignación experimentamos nuestra primera "muerte" y ya sólo nos quedaría esperar la muerte física. El sabio dicho que reza "mientras haya vida hay esperanza" es muy cierto y aplica para todos sin que medie la edad, ya que hasta con nuestro último aliento debemos estar en la constante búsqueda de la excelencia y de la felicidad. De no ser así nos constituiremos en "zombis"; muertos en vida que deambulamos por la vida con el único objetivo de "arañar" una escuálida quincena bajo la premisa de que ya no hay nada más para nosotros. "Vade retro, Satanás".
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