miércoles, 14 de octubre de 2009

El primer aniversario de mi segundo nacimiento

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El agradecimiento es la memoria del corazón.
Lao Tse

15 de Octubre del 2009

Hace un año pesaba 340 libras. Actualmente peso 234 libras.
Todavía me falta mucho para llegar a mi peso ideal, pero lo que si es cierto es que ¡NUNCA ME HABÍA SENTIDO TAN FELIZ!

Durante años había intentado toda clase de dietas y tratamientos; y lo más cercano a la victoria que había estado fue en una época donde hacía ejercicio todos los días, pero a la larga lo abandoné y todo el peso perdido lo recuperé y con creces.

365 días ha era prácticamente un inválido: caminaba con bastón; durante el día estaba totalmente cansado y sin energías; no dormía prácticamente nada en las noches; me encontraba sin esperanzas ni de trabajo ni de emprendimientos.
El sufrimiento y la impotencia eran mis compañeras inseparables he hicieron presa de mí por largos meses, durante los cuales tuve que aferrarme a Dios y a todo lo que me diera fuerzas para enfrentar cada día.

Mi único norte hace 365 días era que me operaran, específicamente que me hicieran lo que se conoce como una “Manga Gástrica”.

Con éste procedimiento me cortarían más del 70% de mi entonces gigantesco estómago, logrando con ello mi sueño más preciado: bajar de peso y recuperar mi vida.
Ésta operación era mi única esperanza.

Narrarles las condiciones de dolor y mi adicción a la comida en ese momento sería imposible, ya que hay que vivirlo para saberlo.
Las humillaciones que viví en mi trabajo por los episodios donde me dormía en mi puesto; las burlas; la marginación laboral – con justa razón – por la baja en mi desempeño.
La verdad es que no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

El inicio de mi redención se dio por medio de una frase; de un titular en el periódico que narraba como un otorrinolaringólogo podía ayudarme con el peor de los síntomas causados por mi obesidad: la apnea obstructiva del sueño.

Consulté con mi doctor de cabecera – el Doctor Ronyel Rudas – y él me refirió a un especialista el cual después de evaluarme me confirmó la peor de mis pesadillas: mi única salvación era operarme.

Aquí comienza mi calvario: como no contaba con los recursos para hacerlo en un hospital privado – ésta intervención puede costar hasta $12,000.00 dólares americanos – tuve que optar por operarme en el Seguro Social de mi país… y todo los días le doy gracias a Dios por ello.

El otorrino me ayudó a contactar al cirujano que significaría tanto en mi vida y que sería el instrumento divino para mi salvación: el Doctor Eliecer Tello.
Siguiendo sus instrucciones tuve que comenzar a pasar por una serie interminable de exámenes, todos ellos con el fin de determinar si estaba físicamente preparado para la operación o si el riesgo de muerte era muy alto.

Durante más de tres meses subí y bajé escaleras; recorrí todos los centros del Seguro Social pertinentes; gasté dinero que no tenía para hacerme los exámenes que el Seguro no podía hacerme; etc.

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Si a todo esto le añado que ya por mi condición manejar era prácticamente imposible – me podía dormir mientras manejaba – y que ya necesitaba de un bastón para poder caminar se darán cuenta de que durante esos tres meses tuve que armarme de todo el valor posible y arroparme con un sentimiento de decisión irrestricta para poder soportar tanto sufrimiento.

Una de las cosas más queridas para mi la había tenido que abandonar: leer.
Ello se debía a que no podía concentrarme en la lectura por más de 5 minutos, ya que inevitablemente me dormía sin darme cuenta y sólo me daba cuenta de ello por el estropicio del libro al estrellarse contra el suelo.

15102008488 Como anécdota, una noche me levanté a tomar algo líquido y mientras lo hacía me sucedió un accidente de los que llamaba “incidentes”: me dormí de pie.
Lo que me despertó fue el crujido que hicieron mis rodillas al caerles mis 340 libras al estrellarse contra el suelo.
Por un momento pensé que me había roto ambas piernas y que con ello estaba perdiendo todas las oportunidades que podía tener para que me operaran.
Gracias a Dios no fue así.

Después de cumplir con el requisito de los exámenes y de que el Dr. Tello certificara que estaba físicamente preparado para una operación de esa magnitud, el paso que seguía era esperar… estábamos en Abril del 2008.

19102008500Durante 4 meses eso era lo único que pude hacer: esperar. Para ese momento ya había sido despedido de mi trabajo de 14 años y por ello todo lo que podía hacer era sentarme en mi casa a languidecer… con el teléfono a la mano, siempre a la espera de esa llamada salvadora que me anunciara que ya podía ir al hospital a internarme.

Finalmente en Septiembre del 2008 me llamaron y de más está decirles que salí como una centella para el hospital. Era un día Sábado.
Las operaciones de éste tipo se realizan solamente los Miércoles por lo que tenía que esperar hasta el siguiente para poder por fin aspirar a una nueva vida.

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Ese Lunes cayó un torrencial aguacero sobre la ciudad capital y a causa de ello las salas de operaciones se inundaron. De más está decirles que la mía se canceló hasta nuevo aviso y que por ello me mandaron para mi casa.

No tengo palabras para describir el grado de frustración con el cual regresé a mi casa y sin haber logrado mi propósito.
Sentía que ya no había más nada para mi en la vida y que los dioses me habían abandonado.

19102008506 Un mes después recibí la ansiada llamada el Sábado 11 de Octubre del 2008: tenía que presentarme para internarme y para operarme el Miércoles 15 de Octubre del 2008.

Sin embargo, nuevamente las circunstancias estaban en mi contra: me encontraba en ese momento terriblemente resfriado.
Ya me habían advertido que si tenía cualquier tipo de problema respiratorio – incluyendo entre ello, por supuesto, la gripe – no me podrían operar.

18102008492 Durante los días siguientes me la pasé tomando pastillas contra el resfriado en aras de curarme - o al menos mejorar – para el día de la operación; y a la vez hacer todo lo posible para que las enfermeras y doctores no se dieran cuenta de mi real condición.
Me encontraba tan desesperado que no me importaba arriesgar mi vida en la mesa de operaciones: mi deseo ardiente era que me operaran.

19102008502 Finalmente el día llegó y nunca olvidaré que al entrar a la sala de operaciones el miedo no existía en mí: todo lo que quería; todo lo que había deseado por meses; mi mas caro anhelo; estaba ante mí: me iban a operar finalmente.
Ese 15 de Octubre fue el día en el que volví a nacer.

Sobre los cambios que han habido en mi vida a partir de ésta operación hablaré en otras columnas, ya que el detalle es amplio y numeroso.

Aprendí muchas lecciones de todo esto:

  • Cuando disfrutemos de salud démosle gracias a Dios por ello.
  • Nada en ésta vida se logra sin ayuda de alguien. Siempre – aunque no sea evidente – hay una mano que se extiende para ayudarnos y sostenernos en los momentos difíciles.
  • Si nos ponemos en acción, armados de un deseo ardiente por lograr un fin y blindados por la fe de que todo saldrá bien, todo es posible… o al menos aumentarán las probabilidades de lograrlo.
  • Hasta que no tomemos la decisión de hacer algo, nunca se realizará, ya que un sueño sin un plazo para alcanzarlo y sin un plan de trabajo nunca se hará realidad.
  • A pesar de los obstáculos y de los escollos, tenemos que seguir insistiendo y nunca rendirnos.

Nuevamente gracias a la vida y ahora lo que suceda desde ese 15 de Octubre, dependerá de mí.
Haré honor a ello.

Ahora lo más importante: las gracias.

  • A Dios por la oportunidad que me dio para comenzar una nueva vida.
  • Al compañero Alexis Carles; a quién operaron antes que a mí y el cual se preocupó por compartir sus experiencias y de darme aliento para reunir el valor necesario para todo lo que me esperaba.
    A su señora madre también le estaré eternamente agradecido.
  • A mi esposa por toda la paciencia, amor y apoyo que me dio, y que todavía pródigamente me brinda. TQM.
  • A mis hijos, por toda la paciencia que tuvieron para conmigo y por la preocupación y amor que me dispensaron.
  • A mi mamá por apoyarme en varias ocasiones y por estar conmigo durante los primeros 15 días de convalecencia.
  • A mis suegros; cuñados; sobrinos y demás que también estuvieron pendientes de mí.
  • Al Doctor Ronyel Rudas por estar siempre pendiente de mí y por todo el apoyo y gestiones que hizo para conseguir que finalmente me operaran. Jamás terminaré de agradecérselo.
  • Al Doctor Eliecer Tello por ser uno de los mejores cirujanos del país – y diría que del mundo – ya que hizo un trabajo impecable y mi vida actual da fe de ello. Gracias a él puedo decir que volvía a vivir después de estar muerto en vida.
  • A todo el personal del Complejo Hospitalario Metropolitano “Doctor Arnulfo. Arias Madrid” por el trato humano y profesional que me dispensaron; en especial para las enfermeras que estuvieron a cargo de mi.
  • A Víctor Alvarado – mi último jefe – el cual me facilitó todo lo necesario para que pudiera realizarme todos mis exámenes, a pesar de que afectaba con ello mi trabajo en la compañía. Siempre estuvo pendiente de mí y por ello toda la vida se lo agradeceré.
  • A todos los amigos y amigas que siempre estuvieron conmigo, antes y después de la operación.
  • A mi amiga de la adolescencia Ana Dinora de León, la cual hizo de todo para conseguirme un elemento que me ayudaría a disminuir el riesgo de coágulos en las piernas a resulta de la operación. Inclusive, estuvo el día de la operación allí para verificar que todo saliera bien.

Si omití a alguien, le ruego me disculpe.

Autor: Yohel Amat

2 comentarios:

  1. Bueno Mr. me he quedado asombrado por todo lo que relatas y no me quedas más que felicitarte por tu nueva vida. Espero que llegue a tu peso ideal y sigas adelante con todo!

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  2. Excelente!!! Testimonios como este nos enseñan a no rendirnos JAMÁS.

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