jueves, 1 de octubre de 2009

Los “cronófagos”: los ladrones de nuestro tiempo

 

Éste es el reloj Corpus, que inaugura mañana Stephen Hawking en el Corpus Christi College de la Universidad de Cambridge. Quien habla es John Taylor, multimillonario que ha ideado y financiado su creación. La idea es que el tiempo viene en forma de ondas desde el centro del universo, cada segundo recorriendo el arco externo y cada minuto siendo detenido y devorado por un monstruo mitológico que nos recuerda que el tiempo no es nuestro amigo; y que cada minuto que pasa se pierde para nunca más volver.

La maquinaria, completamente mecánica (a pesar de los LED) y diseñada para durar al menos dos siglos y medio, incorpora 6 patentes e incluye trucos como que de cuando en cuando el péndulo inferior parezca trabarse y detenerse, para acelerar después y recuperar el ritmo.

El efecto es inquietante y desasosegante, que es exactamente lo que Taylor pretendía: subrayar los más desagradables aspectos del paso de tiempo y recordar a los estudiantes (descuidados jovenzuelos) que desperdiciar tiempo es pecado. Hermoso, y a la vez enervante.

Fuente: http://www.perogrullo.com/?p=141

Si algún tema sobre el cual se han escrito miles de páginas, libros y tratados, es sobre el tiempo.
Todavía se debate que es en realidad y las definiciones siguen siendo muchas.
Una cosa es cierta: el tiempo es uno de los pocos elementos que es democráticamente repartido entre todas las criaturas de Dios en igual proporción. Nadie recibe ni más ni menos que los demás.

Me atrevo a extrapolar el significado de “cronófago” y definirlo como todo aquel elemento – personas o cosas – que nos roba nuestro tiempo y nos aparta de nuestros deberes y metas.

Tan deleznable ser se presenta bajo diferentes formas: como email con temas banales; como sitio de Internet que no me aporta nada a mis metas y logros y al cual dedico varias horas diariamente; como llamadas por teléfono para hablar temas superfluos y bochinches; como programa de TV; como el dormir, cuando hay que trabajar; etc.

El único objetivo de un “cronófago” es que las cosas que tengamos que hacer no las finalicemos a tiempo, ya que parte de nuestro tiempo nos ha sido sustraído  por cosas absurdas que a la larga no aportan nada de valor.

Los “cronófagos” le temen – entre otras cosas – más que todo a un elemento del cual todos tenemos un poco, pero que algunos escogen jamás usar: la disciplina.

Como ya hemos definido anteriormente, la disciplina es hacer lo que tenemos que hacer; en el momento preciso; nos guste o no.
Si practicamos este axioma y lo grabamos en nuestra mente, ningún “cronófago” podrá robarnos ni siquiera un segundo de nuestro tiempo.

Termino aclarando que para todo hay tiempo. Si ya hemos cumplido con las tareas y metas que nos habíamos trazado para el día, podemos disfrutar entonces de todos los placeres y ocios que la vida nos ofrece… pero eso sí: con la satisfacción del deber cumplido y con el placer de saber que nuestro tiempo lo invertimos sabiamente.


Se dice que el tiempo es un gran maestro; lo malo es que va matando a sus discípulos.
Héctor Berlioz

Autor: Yohel Amat

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