domingo, 5 de julio de 2009

Las 48 Leyes del Poder: Ley No. 10 - El peligro de contagio: Evite a los perdedores y los desdichados

Im_a_Loser_Baby.gif

Ya hemos llegado a la décima ley y les confieso que este proyecto ha sido de mucha edificación para mi y la verdad es que ha expandido mi mente. Espero que las de ustedes también.

Tal y como lo definimos en la introducción de esta serie de 48 artículos - véase el enlace http://yohelyav.blogspot.com/2009/06/las-48-leyes-del-poder-el-inicio-de-una.html - el propósito es analizar en su totalidad "Las 48 leyes del Poder".
Hoy vamos a seguir con la Ley número 10.

Ley No. 10: “El peligro de contagio: Evite a los perdedores y los desdichados”

La desdicha de los demás puede conducirlo a la muerte: los estados de ánimo son tan contagiosos como una enfermedad infecciosa. Aunque sienta que debe tenderle una mano a alguien que se está hundiendo, lo único que logrará con ello será acelerar su propia caída. A menudo, los perdedores, son artífices de su propia desgracia y terminan por transmitirla a quien quiere ayudarlos. Evítelos y, en cambio, frecuente a individuos ganadores y felices.

No frecuentes las malas compañías, no sea que aumente su número. - George Herbert

Esta ley lo que plantea es que evitemos alternar ese tipo de personas que abundan en la vida diaria y que se pueden reconocer por diferentes nombres: mediocres; “roba sueños”; pesimistas; llorones; ignorantes; deprimidos; desdichados; materialistas; etc.

Una de las máximas mas importantes es aquella que dice: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.
Yo diría: “Dime a quién frecuentas y te diré en que te convertirás”.

Esta ley no es arrogante – todos tenemos algo de perdedores o le hemos sido en épocas de nuestras vida – ya que su interés no es decir que nos llenemos de soberbia y asumamos que somos ganadores y por ello debemos ahora discriminar a los perdedores.

En realidad el sentirse ganador es un estado mental, ya que cuando logramos alcanzar nuestras metas – el epítome del ser humano exitoso – inmediatamente debemos trazarnos otras nuevas, ya que la naturaleza humana siempre nos impele a siempre desear más.

El problema es que muchos de nuestros semejantes eligen ser conformistas que asumen que ya alcanzaron su potencial máximo en la vida y por ello se asientan en su círculo de confort y de allí ya no salen nunca más.

Ahora, este tipo de personas al ser personas “grises” en realidad ni aportan ni restan al tener una relación con ellos, ya sea de trabajo o de amistad.
He allí el problema: no aportan ya nada nuevo al mundo a su alrededor. Son personas muertas en vida.

Como decía un gran pensador: “Hay personas que fallecieron a los 65 años, pero murieron a los 30.

Las personas que en realidad debemos evitar a toda costa son aquellas que además de ser perdedores en su vida se enorgullecen o - peor aún - hacen alarde de ello.

Los perdedores siempre ven el problema y no la solución. Van esparciendo por donde van sus estados de ánimo – generalmente negativos - contagiando a todos a su alrededor.

Sus conversaciones casi siempre versan sobre lo cara que están las cosas; sobre lo corrupto que es el gobierno de turno; sobre lo desgraciados que son en su trabajo; sobre su pobreza crónica; etc.
En fin, una retahíla de desgracias que vierten sobre el pobre mortal que se preste a escucharle.

En la obra “Los Pilares de la Metafísica”, del escritor Rubén Cedeño, uno se sus párrafos dice lo siguiente:

Muchas veces hay cosas, patrones, que no nos lo han inculcado, pero que están en el medio ambiente, porque los pensamientos son cosas.
De repente pasa una señora por una calle y está triste y va dejando tras de sí, su estela de tristeza. La gente que va detrás absorbe sus pensamientos e ideas.
Así nos damos cuenta que muchas veces tenemos sentimientos que no son nuestros, sino de los demás. Podemos, a través del poder de la mente, negar todo eso y no permitir que esas cosas nos dañen. Podemos decir: “Yo no quiero que nada negativo venga a mí”.

Precisamente ese es el espíritu de la presente ley: no permitir que los demás nos contagien con sus mensajes de negatividad o mediocridad.

Ahora, es absolutamente imposible proponerse no frecuentar a ninguna de estas personas, ya que nuestro diario vivir está lleno de individuos así, de manera que lo que tenemos que aprender es a blindarnos de sus efluvios de miseria y desgracia.

Cuando inevitablemente tengamos que convivir con personas así, deberemos hacerles saber que nosotros no estamos en la misma frecuencia – de forma elegante, sutil, constante y amable por supuesto – de manera que gradualmente se aburrirán y nos dejarán en paz.

Si realmente deseamos ser personas de éxito en la vida deberemos revalorar las personas en nuestro entorno y determinar una a una si las mismas nos están ayudando – directa o indirectamente – ha alcanzar nuestras metas; a ser mejores personas.

Aprendamos a identificar la que nos sirven de lastre en nuestra carrera al éxito y comencemos a apartarlos de nuestro diario vivir.
De no ser posible, apliquemos la política ya planteada de “blindarnos” ante sus pésimos mensajes y filosofías.

¿Cual es la mejor manera de ser exitosos? Aprender de aquellos que ya lo son.
Busque a su alrededor personas que le aporten ideas; que escuchen sus planes y metas y le guíen en caso de estar equivocados. En fin rodéese de ganadores.

Lo ideal sería conseguir un mentor que nos enseñe las reglas del éxito y nos guíe a alcanzar nuestras metas con el menor esfuerzo y tiempo posible.

Muchas veces un mentor no tiene que ser necesariamente una persona: puede ser un libro; un audio libro; una grabación. Lo que sea que nos ayude a aprender a dominar ese arte de “vivir a plenitud” y que no se enseña en ninguna universidad.

Ahora, ello no quiere decir que si conocemos una persona que está viviendo en la desgracia y en la mediocridad no se merezca un poco de nuestra ayuda. Al contrario.

Aprendamos a reconocer dentro de ese grupo – que debe ser muy numeroso – de desdichados a nuestro alrededor a aquellos que todavía tengan alguna esperanza de redención y por medio de nuestra compañía; material escrito; material auditivo; o lo que usted se le ocurra, ayúdelos a salir de ese profundo pozo en el que se encuentran. Ellos se lo agradecerán.

Recordemos entonces que nuestro camino hacia el alcance de nuestras metas no debemos hacerlo más difícil por medio de frecuentar personas que en nada nos van a ayudar al logro de las mismas.
Dixi.

Autor: Yohel Amat V.

1 comentario: