miércoles, 23 de septiembre de 2009

El poder de las tradiciones

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Porque la verdadera tradición no emana del pasado, ni está en el presente, ni en el porvenir; no es sirviente del tiempo. La tradición es el alma eterna, que vive en el instinto popular y en las entrañas granítica de nuestro suelo. La tradición no es la historia. La tradición es la eternidad.

Alfonso Daniel Rodríguez Castelao


Los seres humano odiamos el cambio. Si hay una cosa hacia la cual tendemos es hacia conservar las cosas cómo están, ya que los cambios producen incomodidades… y las mismas son indeseables.
Inclusive, uno de los grandes atractivos de la mediocridad es que predica y practica el conservadurismo: “¿Para que arreglarlo si no está dañado?”, es uno de sus principales mandamientos.

Sin embargo, si hay algo de lo cual estoy totalmente convencido a éstas alturas de mi vida es de que el cambio es lo mejor que podemos practicar para el beneficio de nuestras vidas.
Cultivar el arte de auto examinarnos para comprobar nuestras avances y evolución, consiguiendo con ello darnos cuenta de los “ajustes” que tenemos que hacer para corregir rumbos y enmendar entuertos es una de las formas más efectivas de alcanzar la excelencia que tanto anhelamos.

Sin embargo, también es cierto que vivimos en un mundo que día a día cambia de manera vertiginosa y que pocos son los preparados para adaptarse a dicha vorágine con la velocidad que ameritan.

Ello quiere decir que muchas veces estaremos sufriendo de estrés a causa – principalmente – del cúmulo de cosas que dábamos por sentadas, y que de un día para otro ya no son; o quedaron obsoletas.

En un mar picado, tormentoso y cambiante necesitamos de un faro; de un peñón que nos sirva de punto de referencia para no perder el rumbo.
Lo mejor a lo que podemos recurrir en dichos casos para mantener la cordura son las tradiciones.

En el caso de mi país: los carnavales; la casa de mamá y papá; los viajes a la provincia donde nacimos; los amigos de la infancia; las tortillas; la navidad; la Semana Santa; las cenas en familia; las vacaciones anuales; los bautizos; etc.; todos constituyen eventos que nos sacan de lo cotidiano y nos devuelven ese sentimiento de pertenencia; de calma; de quietud; de centro de gravedad que nos permite continuar con todo lo que tenemos que hacer y con lo cotidiano.

Sin éste tipo de escape circularemos por la vida como ollas de presión acumulando calor y presión hasta que inevitablemente un día estallemos, con funestas consecuencias para nosotros y para los que estén a nuestro alrededor.

Las tradiciones actuarán como eje de rotación que nos permitirá girar a la misma velocidad de los cambios a nuestro alrededor, pero a la vez nos permitirán permanecer centrados y con una órbita definida.

Es bueno que hayan cosas que nos recuerden de donde venimos y las personas y cosas que nos llevaron a ser lo que somos; ya que si no somos capaces de recordar nuestros orígenes; mal podremos saber realmente quienes somos; y como consecuencia final no sabremos hacia donde ir.

Autor: Yohel Amat

1 comentario:

  1. El ser humano es un constante movimiento en donde el cambio siempre tiende a ser necesario...
    Definitivamente en búsqueda de ser mejores....
    (Añadí tu link a mi página) he estado un poco alejado de la lectura de blogs pero siempre regreso...
    ¡Paz!

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