domingo, 20 de septiembre de 2009

“¡¿Por qué? ¿Por qué?!”

banging_head_on_wall-295x300

El hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida.
Oscar Wilde

Una de las cosas más importantes que debemos cultivar en nuestra vida es el amarnos a nosotros mismos.
Se que para muchos de ustedes estos sonará a egoísmo y por un momento el considerarlo hace que uno se sienta incómodo y a la vez culpable.

Todo ello lo vinculo a los siglos de enseñanzas - tanto religiosas cómo sociales - que nos han inculcado el hecho de que nosotros deberemos sacrificar nuestro bienestar por el colectivo.

Para aclarar conceptos, cuando digo “amarse a uno mismo” no me refiero al estilo de la emblemática estrella de cine arrogante y despreciativa, la cual cual va por el mundo ofendiendo y humillando a todos, ya que se considera un astro más en el firmamento.

Con ésta frase me refiero a que debemos respetarnos a nosotros mismos y amar todo lo que somos… ya que no podemos ser más de eso – físicamente hablando.
Si no podemos hacer esto entonces ¿Cómo podremos amar a nuestro prójimo?
Es absolutamente imposible dar lo que no se tiene.

Antes de poder servirle a los demás; o de tratar de hacer algo altruista, debemos reconciliarnos con nosotros mismos y aceptarnos por lo que somos y seguir adelante.

En días pasados estaba ayudando a mi esposa a recoger la mesa y por ello tomé la botella de gaseosa y la llevé al fregadero.
Cuando me di cuenta – toda mi vida he sido bastante distraído – estaba llenándola de agua. ¡Se me había olvidado que era de gaseosa!

Al darme cuenta de mi confusión me llené de ira contra mí mismo y comencé a despotricar lanzándome a mí mismo toda clase de improperios, queriendo con ello castigarme por haber sido tan torpe y por haber arruinado una botella casi llena de bebida.

Pasado el tiempo, me di cuenta que soy muy propenso a hacer cosas por el estilo conmigo mismo y ello a la larga, lo único que causa es que nuestra auto estima esté por los suelos; o que nos sintamos menos que los demás.

Imagínense proceder de esa forma en un mundo que rara vez regala elogios o “palmaditas” en la espalda.
Imagínense tratarnos a nosotros mismos así, en un mundo lleno de personas mezquinas con los halagos, y enfrascadas en sus propios problemas.
Si nosotros no procedemos a ensalzarnos a nosotros mismos, ¿Quién lo va a hacer?

Antes de pensar en los demás – y esto no es ser egoísta – tenemos que llenarnos de respeto y admiración hacia lo que tenemos y somos, antes de poder regalar respeto y admiración a los demás.

Reconciliémonos con nosotros mismos; perdonémonos lo que haya que perdonar; alabemos lo que haya que alabar; y entonces procedamos a regalarle a nuestros semejantes tan pródigos y bondadosos frutos.

Autor: Yohel Amat

No hay comentarios:

Publicar un comentario