miércoles, 16 de septiembre de 2009

La mosca – Parte 1

mata_moscas

"La depresión es la incapacidad de construirse un futuro."
Rollo May

Jorge estaba deprimido. Muy deprimido.

Últimamente las cosas no le salen bien. Tiene varios meses de estar desempleado y todos los intentos que ha hecho de conseguir trabajo han sido infructuosos.

Adicional a ello, está tratando de establecer un negocio propio y se encuentra con la tensión de saber si los inversionistas van a aportar el capital que le hace falta.

Para colmo de males acababa de tener una discusión en casa por tonterías y ello le sacaba de concentración.

- “Lo que menos necesito es más problemas” – pensaba para sí.

Necesitaba aire, mucho aire. Sentía que se asfixiaba y no veía en ese momento una solución a sus problemas.
A veces sentía ganas de abandonarlo todo y dejar que las cosas fluyeran. Estaba cansado y asfixiado.
Una combinación muy tóxica.

Buscando el oxígeno que le hacía falta, ya tenía dos horas de estar sentado a borde de cama en su cuarto y en penumbras, alumbrado solamente por la tenue luz de su lámpara de noche.
Su equipo de sonido estaba sintonizado en una emisora especializada en música relajante.
Y si había algo de lo que necesitaba alejarse en ese momento era del estrés.

Fue en ese momento que vio a la mosca.

El díptero se posó sobre su mesita de noche y le miró. Casi podía decirse que le retaba.

- “¡Lo que me faltaba!” – dijo Jorge en voz alta – “¡Una mosca y de noche!”.
Jorge estaba convencido del hecho de que de noche las moscas desaparecían de la escena y se retiraban a un lugar misterioso y desconocido donde pernoctaban toda la noche.

Estaba tan apesadumbrado, que escogió la alternativa más cómoda para él: decidió ignorarla y esperar a que por iniciativa propia desapareciera y le dejara en paz.

Por un momento pareció que su objetivo había sido alcanzado, ya que cesó de verla.

Sin embargo súbitamente apareció revoloteando alrededor de sus piernas.
Decidió seguir el consejo que había visto en una película con respecto a la respiración y la técnica para relajarse por medio de ella.

- “1-2-3-4-5, inhala” – se dijo a sí mismo. “1-2-3-4-5, exhala”.

La mosca seguía revoloteando.

Fue en ese momento donde dando un respingo se dirigió al baño y tomó una toalla.
De dos saltos regresó a la cama al lugar exacto donde había pernoctado por mas de dos horas y media; agarró con firmeza la toalla, poniendo un extremo sobre su hombro derecho; y esperó.

- “En algún momento te vas a descuidar y entonces acabaré contigo.” – pensó Jorge, mientras mentalmente soltaba una risita digna del clásico doctor loco de las películas de terror antiguas.

No se había dado cuenta de que por un momento todos sus problemas y la depresión que aplastaban su espíritu y su voluntad – colocando un velo de tristeza sobre su corazón – habían pasado a segundo plano.
La mosca ocupaba toda su atención.

Agarró – casi engarfió – la toalla a la espera de una sola oportunidad para poder – cual rayo divino cerniéndose sobre su objetivo – desatar toda su ira, frustración y fuerza sobre el insecto alado.

Esperó, esperó, y esperó por aproximadamente 45 minutos más - sin mover un sólo músculo - hasta que la mosca se posó nuevamente sobre la mesita de noche.

De manera inconsciente su brazo se disparó – cual catapulta medieval a la cual le acabaran de cortar las sogas que le impedían proyectarse – a velocidad de vértigo sobre la desdichada… y la vio desaparecer ante sus ojos.

-“¿Realmente la maté?” – se interrogó a sí mismo sin poderlo creer.

(continúa en http://yohelyav.blogspot.com/2009/09/la-mosca-parte-2.html)


Autor: Yohel Amat

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