sábado, 5 de septiembre de 2009

Mi nombre es Foreman… “Red” Foreman

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Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años. - Mark Twain

Hay una serie cómica de TV llamada “That ‘70s Show” la cual narra las peripecias de 5 amigos que crecen en la década de los 70 en Wyoming, Wisconsin.

El padre de uno de los protagonistas – uno de mis personajes favoritos – se llama “Red” Foreman y es un… ¿Cómo podríamos decirlo de forma elegante? Un déspota simpático.

Me encontraba riéndome a voz en cuello cuando volteo hacia mi hija y le comento – es un juego personal que comparto con mi familia en el cual me burlo de los estereotipos de los géneros de sexo – que “Red” es un digno representante de nuestro género – hablando de los hombres.

Su respuesta fue:

- “Tu eres igualito, ¿Cómo no te va a dar risa?” – mientras se reía también.

Ello me llevó a meditar al respecto ya que “Red” tiene muchas cosas buenas… pero también muchas malas.

No sé si mi hija lo dijo en broma; pero asumiendo que no, ese es uno de los motivos por los cuales últimamente estoy cultivando el hábito de mirarme al espejo sin ningún tipo de prejuicio sobre lo reflejado; y tratando de ser lo mas sincero posible conmigo mismo.

Red” es grosero; dice malas palabras; es déspota; es conservador; es patriota al extremo; es intransigente; no escucha razones; es tajante; es directo; carece de tacto; y no sabe expresar afecto o amor, al menos de forma cómoda para él.

Sé que como padre no soy un ejemplo a seguir, ya que tengo muchos defectos y aún con mis más de 20 años de serlo, todavía me siento como un novato en ésta tarea de progenitor de dos hijos.

No voy a decir que tengo todas las características de “Red” – créanme – pero si tengo que aceptar que durante todos estos años he ostentado distintas “tonalidades” de "Red” – juego de palabras – y en muchas ocasiones he sido exactamente igual.

Sin embargo actualmente me encuentro en un proceso de transformación que me permita no solo ser una mejor persona y ciudadano, si no – y principalmente – un mejor padre.

Tengo muchas cosas de las cuales no me siento orgulloso pero – al igual que mi “tocayo”de la TV – quiero a mis hijos con todo mi corazón y son la cosa mas grande que me ha sucedido en la vida.
Ellos son una extensión de mi; y la forma por medio de la cual al morir no desapareceré del todo, sino que seguiré viviendo en sus memorias.

Con los años estoy aprendiendo que ellos no me pertenecen, y que mi trabajo se limita a darles el mejor ejemplo posible y a prepararlos para la vida… aunque en algunos casos ello cause que me repudien.

Con el comentario de mi hija me doy cuenta de que todavía tengo muchas cosas que mejorar, pero me llevo el consuelo de que sé que cada vez son menos los aspectos a “pulir”; aunque soy del convencimiento de que cada uno de nosotros nace con un perfil de carácter y que en algunos casos muchos de nuestros comportamientos nos acompañarán hasta la tumba.

Me conformo con pensar que mis hijos están conscientes de cómo los quiero y de como los amo; y de lo orgulloso que estoy de ambos… aunque a veces no lo haga con la frecuencia requerida.

Vuestros hijos no son vuestros hijos: son los hijos y las hijas de las ansias de vida que siente la misma vida. - Khalil Gibran

Autor: Yohel Amat

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