jueves, 24 de septiembre de 2009

En este mundo frío

snape-point


El equilibrio mental, juicio recto, valor moral, audacia, resistencia, forma de tratar al prójimo y cómo sacar el mayor bien de los contratiempos son cosas que no se aprenden en la escuela.
Alexis Carrel

El día de hoy he recibido los comentarios de uno de los lectores de mis blog – se denomina “Fuego Negro” y proviene de España – y en los mismos me transmitió varias observaciones.
Además me di cuenta de que lo que es importante para mí, no lo es necesariamente para todos los demás.
En otras palabras, me hizo ver ciertas cosas de otra forma y entender que vale la pena seguir cumpliendo con la cita diaria que me he impuesto con todos ustedes, caros lectores.

Ello me ha llevado a meditar con respecto a lo bien que se siente saber que alguien aprecia nuestro trabajo o nuestra persona… y lo poco que nosotros hacemos lo mismo para con los demás.

¿Cuando fue la última vez que le dedicamos un halago a alguien a nuestro alrededor? ¿Cuando fue la última vez que le dijimos a un compañero de trabajo lo bien que hace su trabajo? ¿Cuando fue la última vez que le dijimos a alguien que ha hecho algo por nosotros con aprecio y cariño, lo mucho que le apreciamos y lo profundamente agradecidos que estamos por el gesto?

Comparemos ello contra las veces que hemos expresado críticas, ya sea en público o en privado.
Estoy seguro que la mayoría de los que nos hemos planteado dichas interrogantes quedamos con un saldo a favor de “criticar” y casi nada para “halagar” o “alabar”.

¿Cual es el motivo por el cual somos más propensos a criticar que a alabar?

Criticar nos da poder… alabar nos hace vulnerables

Cuando criticamos a algo o a alguien nos sentimos con autoridad y poder, e inclusive podemos percibir que tenemos la potestad de hacer daño… y ello para mucho es tóxico y adictivo.

Sin embargo, cuando expresamos un halago o una alabanza, sentimos que podemos ser rechazados por la persona que lo recibe; o que puede malinterpretar el gesto y pensar que estamos en busca de un solapado segundo motivo.
Además algunos pueden sentir que al proceder así se muestran vulnerables y la persona halagada pueda entonces abusar de su confianza.

Muchos sienten mas placer en criticar que en alabar

Algunas personas disfrutan más difundiendo un rumor o una mentira con respecto a alguien, que hablando bien de las personas a nuestro alrededor.

Ello en el fondo no es más que el espejo de un alma atormentada, frustrada y mezquina; fruto de algunas malas experiencias en su vida, las cuales destruyeron su auto estima y ahora desea que todos a su alrededor desciendan a su nivel para no sentirse menos.

Conclusiones

Vivimos en un mundo frío y mezquino con los halagos; y el cual nunca nos regalará nada. Inclusive hasta cuando nos lo hemos ganado, nos lo dará a regañadientes.

Es por ello que en lugar de frustrarnos por ello, comencemos nosotros mismos a hacer un cambio en nuestro micro cosmos, y empecemos a esparcir halagos y sentimientos de aprecio a nuestro alrededor, de manera que nuestro prójimo sienta que es apreciado y que se le considera.

Autor: Yohel Amat

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