sábado, 12 de septiembre de 2009

Los Simuladores

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Digamos que existen dos tipos de mentes poéticas: una apta para inventar fábulas y otra dispuesta a creerlas. - Galileo Galilei

En ocasión pasada tuve la oportunidad de ver una serie muy buena llamada “Los Simuladores”.
La misma narra las aventuras de 4 individuos expertos en asistir a personas que lo necesitan – por un precio nada barato – por medio de”torcer” la realidad.

En éste caso que pude ver se trataba de una joven y hermosa mujer cuyo marido le golpeaba y humillaba por cualquier motivo.

Desesperada contacta a “Los Simuladores” y ellos proceden a prometerle que se iban a deshacer de su marido para que pudiera vivir en paz por el resto de su vida.
Lo hacen por medios bastantes fantasiosos y nada ortodoxos: hacen creer al maltratador que existe un clon genéticamente idéntico a él, el cual acaba de escapar del laboratorio y además es altamente violento.

Por medios que sería largo enumerar le hacen creer que su clon se apoderó de todos sus papeles de identidad y de que su objetivo es apoderarse de su identidad.
El capítulo termina en que el individuo de marras termina en Alaska – le hacen creer que los clones no resisten temperaturas inferiores a –20 grados C - escapando de su clon y abandonando toda esperanza de recuperar su vida.

Este capítulo me llevó a meditar con respecto a en cuantas ocasiones hemos actuado de una manera, bajo premisas equivocadas; creadas por la vida; nuestros amigos; nuestros familiares; o peor aún, nosotros mismos; causando con ello una realidad “virtual” que condicionaron nuestro actuar.

Podemos reconocer dichas circunstancias por los mensajes que recibimos:

  • Tu no sirves para eso.”
  • Eso no es ti.
  • Ella no te conviene.”
  • ¿Estás loco? Nunca tendrás tu propio negocio.
  • No naciste para eso.
  • No me va a gustar.
  • Mejor malo conocido, que bueno por conocer.”
  • Tu naciste para empleado.
  • Nunca serás jefe.
  • Esa carrera no es para ti.
  • "¿Quién te estás creyendo?"

A causa de ello terminamos exiliados en nuestra propia “Alaska” – como el villano de nuestra columna de hoy – huyendo de un fantasma que no existe… pero que nos hicieron creer que sí.

Debemos ser conscientes de que todos nacemos con limitaciones – nunca seré cantante, por ejemplo –, pero de que también nacimos con muchos talentos.
Nuestras fortalezas son mayores que nuestras debilidades.

Es tarea nuestra descubrir para qué somos buenos; limar nuestras “asperezas”; y controlar nuestras debilidades, de manera que siempre actuemos bajo paradigmas adecuados y realistas; y no bajo fantasías creadas por otros o por nosotros mismos.

Nuestro paso por la vida es tan breve que es un pecado desperdiciarlo a la vera del camino, viendo como el mundo y las personas avanzan a velocidad vertiginosa mientras que nosotros nos encontramos viendo “las ruedas rodar”, como dice la canción de Lennon.






La fantasía no es otra cosa que un modo de memoria emancipado del orden del tiempo. - Samuel Taylor Coleridge

Autor: Yohel Amat

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