domingo, 23 de agosto de 2009

Del fatalismo y del pesimismo como estilo de vida

POSICION PELIGROSA

La tristeza es un don del cielo, el pesimismo es una enfermedad del espíritu. - Amado Nervo

En muchas ocasiones me he preguntado por qué dentro del “hit parade” de nuestras emociones, casi siempre los primeros lugares están ocupados por el fatalismo y por el pesimismo.

Tan cierto es esto que he llegado a la conclusión de que el optimismo y el positivismo – sus eternos antagonistas – están subvalorados y el que predique su uso se arriesga a caer en el mas cruel escarnio público.

Haga la prueba: mañana en su trabajo - o en cualquier lugar donde hayan mas de tres personas que le escuchen -, manifieste su optimismo en lo que respecta – por ejemplo – a la gestión del gobierno de turno; o con respecto al futuro de la economía; o con respecto a el futuro de todos en el trabajo.
Escoja usted el tópico.

Inmediatamente saltarán los “realistas”, aquellos que saben de todo y que tienen el don de predecir el futuro… casi siempre para decirnos – con lujo de detalles - el porqué seguramente será miserable.

Ahora, tan peligrosos son los “realistas” como los “positivos en extremo”, ya que los primeros desde un inicio descartan toda posibilidad de poder influir en el curso de los acontecimientos de sus vidas; mientras que los segundos pueden caer en la tentación de dejar de hacer lo que tengan que hacer – estudiar; prepararse; tomar medidas; establecer metas; planificar; etc. – para dejarlo todo en manos de la frase “Todo saldrá bien”.

Por otra parte, al meditar al respecto he llegado a la conclusión de que el pesimismo y el fatalismo son más fáciles de adoptar ya que nos ayudan a evadir cualquier esfuerzo de nuestra parte y a dejar el control del curso de nuestro futuro a elementos externos que generalmente escapan a nuestro control: el gobierno; nuestros jefes; nuestra pareja; nuestros padres; etc.

Es mucho más cómodo pensar que vagamos por los páramos de nuestra vida guiados por otros elementos – cual borregos – sin que podamos decidir por nosotros mismos el rumbo de nuestro caminar.
Decidir y planificar nuestro porvenir exigirá de nosotros; por ello muchas veces escogemos el no hacer nada para “Evitar la fatiga”.

Es más fácil rezongar y maldecir a los dioses por nuestras desventuras, que enfrentar las situaciones; analizarlas; determinar que elementos están dentro de nuestro círculo de influencia y cuales no; planificar los siguientes pasos; y enrumbar nuestra vida por derroteros de éxito.
Para algunos el sólo pensar en todo esto es causa de dolor de cabeza.

Finalmente, la próxima vez que ridiculicemos una idea; una esperanza; un plan; un ideal; un sentimiento; pensemos mejor las cosas y démonos cuenta de que los frutos del optimismo y del positivismo – aunque inciertos – son mas pródigos que los producidos por los yermos campos del pesimismo y su hermano el fatalismo.

El pesimismo conduce a la debilidad; el optimismo al poder. - William James

Autor: Yohel Amat

No hay comentarios:

Publicar un comentario